En Quietud percibimos que nuestro espacio se parece a un taller de artesanía: cada persona es única y de valor incalculable.
Un artesano trabaja con sus manos o con herramientas manuales. Llevamos años trabajando con personas con las distintas prácticas contemplativas: mindfulness, meditación, compasión, indagación, escucha y movimiento. Una pieza de artesanía se crea de forma manual por una persona y cada una es distinta de todas las demás.
Estamos asistiendo a un crecimiento de la práctica contemplativa que amplía nuestra mirada mediante influencias que proceden tanto de la tradición como de la ciencia. Mientras que, gracias a la ciencia, más personas llegan a conocer estas prácticas, la artesanía aporta la experiencia transmitida de persona a persona y la integración de la práctica en cada individualidad.Por eso, esta manera de hacer nos estremece y emociona porque creemos que llega directo al corazón.
Cuando hablamos de artesanía, importa más el desde dónde, el cómo, que el qué. Esta forma de realizar la práctica contemplativa tiene en cuenta la singularidad de cada ser humano para una óptima integración en su vida cotidiana.
Lo artesano no está reñido con lo académico y lo científico,más bien se complementan. Es importante poder integrar las dos miradas desde el respeto mutuo y tomando lo mejor de cada uno.
Agradecemos el seguir manteniendo viva esta manera de hacer que se viene transmitiendo de manera personal por generaciones.